Boris Mirkoff, es un creador húngaro (nómada, actor, director, narrador, psicoanalista y antropólogo) que cambia de nombre cada año y trajina por todo el mundo apoyando a compañías independientes, decidió venir a visitarnos. Mirkoff protege su identidad bajo todos sus heterónimos porque aborrece el culto a la imagen.

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Las teorías dramáticas en torno a las cuales gira el trabajo de Mirkoff defienden la necesidad de que el creador escénico eche mano de herramientas equivocadamente desdeñadas por la pseudo vanguardia. Para Mirkoff el arte de contar historias debe hoy estar más vivo que nunca. El entorno mediático y tecnológico está plagado de personas "reales" que diseñan identidades superfluas; en contraposición a este enfoque efímero, el personaje dramático o literario se erige como una efigie más sólida y consistente que cualquiera de estos "perfiles" fatuos. La ficción es el único refugio en el cual un ser humano puede guarecerse para hablar de los temas trascendentales a los que la bobería y la inmediatez han ido restando terreno. La tridimensionalidad del teatro, su largo aliento (el tiempo que requiere asistir a una representación), el aceptar colectivamente la convención de que aquello que ocurrirá en el recinto escénico será más real e intenso que la vida misma, hace de este arte una necesidad social, sino es que una urgencia política.

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Proyecto apoyado por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.